La cátedra Aprender a convivir está enmarcada en la línea de investigación ciudadanía y convivencia, la misma nace desde la implementación de proyectos intervención sociopedagógica, como una posibilidad para explorar en los actores educativos los aspectos positivos de la convivencia, buscando superar las debilidades preexistentes en la relación familia y escuela en nuestro contexto más próximo.

La convivencia escolar se constituye con tres dimensiones: una está asociada a la construcción de una vida en comunidad, que se inicia en la familia y continua en la escuela, la segunda está relacionada con la perspectiva psicológica y finalmente con el contexto jurídico y social en que se enmarca la convivencia escolar. En un primer momento, en el desarrollo de la cátedra, revisaremos la primera dimensión, la asociada a la triada, familia, escuela, comunidad.

La escasa relación entre familias y escuelas está muy marcada por problemas de comunicación,  esto desemboca en el poco involucramiento entre las familias y las instituciones educativas, históricamente se ha hablado de la falta de participación de las familias en la vida escolar de sus hijos, hijas y familiares, de la ausencia de compromiso, desinterés, por mencionar algunas, por lo que se considera que la participación, sentido de pertenencia, el compromiso son aspectos importantes a la hora de explicar la relación entre estas instancias.

De forma breve acercamos algunas  causas que se consideran dificultan relación entre las familias y las instituciones educativas y que pueden influenciar en la construcción de la convivencia, sin ánimo de generalizar, señalaremos las siguientes:

Socioculturales: falta de tradición participativa, falta de cultura asociativa, ausencia de vínculo con las instituciones.

Socioeconómicas: dificultad en compatibilizar el trabajo y las obligaciones familiares con la participación en la escuela; dificultad para cumplir compromisos de dinero en la escuela.

Institucionales: desconocimiento de los órganos y canales de participación; canales de comunicación poco efectivos, falta de liderazgo de las autoridades; actitudes del equipo directivo y del profesorado poco favorables a la participación de las familias; temor a enfrentarse a la dirección de la institución educativa.

Personales: falta de compromiso personal a medio y largo plazo; percepción de pocos beneficios personales; infravaloración de las propias habilidades y aptitudes para fortalecer vínculos.

Desde la cátedra, buscamos abordar los aspectos relacionados a lo que pasa cuando no hay convivencia en los espacios de socialización, dado que la tarea de construir metodologías para la convivencia no viene dada bajo ninguna fórmula exacta, ni en casa, ni en las instituciones educativas, situación que urge trabajar, ya que hay una relación directa y primaria entre aprendizaje y convivencia. Si no existe buena convivencia difícilmente se produce aprendizaje, pero si el proceso de enseñanza y aprendizaje está descontextualizado, carece de interés y genera apatía.

Desde la cátedra, se propone observar de cerca que ocurre desde adentro de los espacios de socialización que dificultan que las relaciones entre los actores del hecho educativo y a qué riesgos expone a los involucrados.

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